Picó el mosquito

Ya era sabido que Rafael Nadal no iba a aguantar el ritmo de jugar cuatro torneos en semanas consecutivas y más con el nivel de partidos que tiene que disputar en este tipo de torneos. Estos torneos son Montecarlo, Barcelona, Roma y Hamburgo. Pero lo que nadie iba a imaginar era que esto iba a llegar tan temprano, ni que iba a pasar dentro de una cancha. Era de esperar que se baje de uno de estos torneos, pero el manacorí decidió disputar Roma después de la disputadísima final de Barcelona ante David Ferrer y de jugar 10 partidos en 14 días.
En segunda ronda le tocó debutar en el torneo contra el ex número uno del mundo Juan Carlos Ferrero. En un primer set de alto vuelo el mosquito se impuso por 7-5 en una hora y dieciseis minutos. Con peloteos largos desde fondo de cancha, pocos errores de ambos lados y mucha inteligencia por parte de ambos jugadores este set terminó siendo el mejor tenis que vi en lo que va del año.
El número 23 del mundo decidió entrar en el juego de su compatriota y tomar pocos riesgos pero sin dejar de ser agresivo. Ambos jugadores decidieron siempre esperar su oportunidad para atacar en busca del punto, y cuando lo hacían, más de una vez recibían una respuesta del otro lado como si estuviesen jugando contra un frontón. Utilizaron un mismo esquema de juego y esto es algo a lo que no está acostumbrado el mayorquí.
Después del primer set fulminante para el físico de ambos jugadores, el número 2 del ranking se dejó estar entregandose al cansancio, algo poco habitual en él, y recibió una paliza: 6-1 en el segundo.
Hacía mucho que no veía tan buen tenis como se vio hoy en el primer set, especialmente de parte de Ferrero, que se mostró en muy buen estado y muy inteligente para jugar al tenis. Esperemos que el mosquito siga mostrando este nivel, y que Rafael Nadal empiece de una buena vez por todas a aprender la lección: Es Nadal, no es Dios, y si quiere volver a ganar Roland Garros, que empiece a cuidar su físico.